Maestría
en Ciencias Humanas
Maestrante:
Elisa Gómez Vázquez
Formación
de escritores
Requisitos para ser
mujer mexicana
“El árbitro considera la equidad,
el juez la ley”.
Aristóteles.
Las sociedades primitivas se caracterizaron por una cosmovisión
flexible, que admitía la diversidad como parte sustancial de la vida, como
creadora de significados y de belleza. De una manera difícil de explicar hasta
para los antropólogos, la mujer tomó el lugar en el hogar, y el hombre el de la
cacería y provisión de alimentos.
La ausencia azarosa del cromosoma Y en el ADN, deriva en la definición
biológica y fisiológica de un ser, que deberá adaptarse y formarse conforme la
sociedad de su tiempo lo exija. Si además, el destino apunta a que la mujer
nazca en suelo mexicano, habremos de celebrarlo y lamentarlo.
Para comprender el rol femenino actual conviene remitirnos a la
evolución del concepto de propiedad privada y su impacto en instituciones como
el matrimonio o la familia. Hoy como antes la mujer es madre, esposa e
hija, y aunque en la superficie se
montan escenarios de inclusión e igualdad, en el fondo no se puede acabar con
una tradición del machismo y el matriarcado.
Con el desarrollo de la economía, el hombre es asociado a la producción
y la mujer a la reproducción, con esto el hombre adquiere ventaja al ser quien
genera mayor riqueza para la familia pero además se limita la función de la
mujer a la esfera doméstica: el cuidado del hogar y la crianza de los hijos son
reconocidos como sus objetivos más elevados. Una mujer que no se casa, es mal
vista; que además no tenga hijos, mucho peor. Si trabaja para sí misma, si ya
no vive con sus padres, si además tiene un jefe varón, o más aún, si es que ella
es jefe de algún hombre (¡!) levantará sospechas, propiciará ataques y
envidias, y enfrentará los estigmas
respectivos. los intentos de emancipación se traducen como fracasos que motivan
señalamientos y rechazo social.
Contamos
con un amplio catálogo de tradiciones machistas, patriarcales y sexistas. La feminidad
por un
lado, es usar falda corta y tacón
alto desde los 15 años, fecha en que una ceremonia ridícula exhibirá como carne fresca la delicada doncella que
será devorada por los lobos; ninguna esfera social dispensa la fiesta. Otro
ejemplo son las bodas: llamar mandilón
al esposo es una advertencia de la colectividad, del rechazo que le espera si
no logra llevar las riendas de su matrimonio.
Desde
los años 70 (o antes) se habla de liberación femenina e igualdad de derechos.
Confundidas, algunas mujeres se indignan ante la cortesía de un caballero que
las ayuda a bajar del vehículo, les carga la bolsa o les abre la puerta. Que
ellas son autosuficientes, que pueden solas, argumentan. Por un lado es cierto
que tras el caballero en ocasiones hay un sujeto contando chistes sexistas o golpeando
a su mujer, pero por otro lado, también es cierto que ciertas actitudes bien o
mal llamadas “feministas” están acabando con la condescendencia ante la
vulnerabilidad de la mujer, la escancia
masculina, la amabilidad y el
respeto.
Sencillo
ejemplo es el uso cotidiano de vocablos de género femenino empleados para
ofender, desde el sencillo “vieja”, hasta las connotaciones ofensivas de
“madre”, “la chingada”, “chingadera”, “puta madre”, etc. La mujer misma dice “esa tipa”, “esa vieja”,
y habrá quien se sienta ofendida; pero si el hombre lo dice, pocas son los que
reniegan del término.Entre nosotras nos
ofendemos y destruimos, en vez de solidarizarnos por nuestra condición
humana.
La
hembra, el símbolo sexual, piernas largas, gran estatura, delgadez, amplias
caderas, senos voluptuosos, maquillaje, escote, accesorios, perfume, cabello
largo, sensualidad, delicadeza… cualquier otra cosa no merece admiración, de
eso para abajo son “viejas” y todas están “locas”, cualquier queja es un
berrinche, toda emoción es Síndrome Pre Menstrual. Si flaca, es “anoréxica”; si
pasada de peso, no se quiere a sí misma. No acceder al contacto sexual, es propio
de una frígida, mojigata, santurrona, apretada; si consiente, es una puta,
ninfómana, enferma e insaciable. Tras el
matrimonio ocultar escotes, holgar el
guardarropa, ahora sumisa y discreta,
propiedad privada. Si ella es infiel, no
merece ser perdonada y hasta la propia familia le reprobará; mas el hombre es
“hombre”, y se le tolerarán sus aventuras.
La
sociedad civil ansiosa de modernidad
exige reformas legales, primero el derecho al voto, la planificación, el
aborto… crea términos incluyentes, vagones rosas, asientos preferenciales,
apoyos económicos gubernamentales. , en su afán de modernidad, las recientes
generaciones (“globalizadas” además) han descargado tareas al género femenino: ya existen empresas que se dedican a ello,
y esos quehaceres tan “simples” ya
pueden ser pagados hasta por las y los obreros. No obstante, son solo
paliativos, en el fondo teme al cambio,
quiere permanecer igual, se protege. Hombres y mujeres temen los alcances de
este liberalismo, se habla del “apocalipsis”, de lesbianismo y homosexualidad,
del fin de la humanidad, de un descontrol en la escala de valores.
Por
décadas hemos buscado soluciones prácticas a los problemas cotidianos, y a final
de cuentas resultan ser solo paliativos para sacarnos del apuro, para alzarse el
cuello, ganar adeptos votantes, para que “las viejas” se callen y ya no “chillen”,
para lucir civilizados. Así, que entre todos
limpien la casa, a los hijos que los eduquen las escuelas o las guarderías, comer de una
lata o en la calle , la ropa a la lavandería. Pero ¿quién continúa cargando la
culpa, los valores y estigmas que recaen
sobre la mujer? ¿Quién querría tomar su lugar? ¿Dónde está el talón de Aquiles
de esta tradición milenaria?
Yo considero que actualmente el machismo en la sociedad es respaldado plenamente por las mujeres (quizá de forma inconsciente)pero las costumbres de este país están tan arraigadas que aunque parezca increíble, he conocido a varias mujeres que son incluso más machistas que la mayoría de los hombres que conozco. Y con lo que respecta a los estigmas del ámbito laboral y profesional, en lo personal yo opino que se derivan de otros aspectos de la naturaleza humana como son el instinto de supervivencia, la envidia, y muchas otras cosas de las cuales se podrían considerar un tema aparte, que incluso algunas también se presentan entre los hombres pero no se habla mucho de ello.
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